Piojo Resucitado

La mayor parte de mi vida existió una persona que, sin ser consanguínea nuestra, formaba parte de nuestra familia: mi nana. La verdad es que de chica las llamé así, pero cuando fui creciendo dejó de gustarme el término y preferí simplemente llamarlas por su nombre, a mi juicio es lo correcto, por eso debe ser que mi hija nunca las ha llamado "nana", es  más creo que no conoce el término, ya que una vez me dijo "mami vi pasar a la "lela" de Joaquín", a lo que yo respondí, "no hija no era la "lela" (pensando que se refería a la abuelita), era la señora que lo cuida", "si po mami, ella"...en fín.

Me resulta muy curioso que estando ya en siglo XXI se manifieste una discriminación (de un grupo minoritario, gracias a Dios) hacia estas tan importantes  y necesarias personas: que no pueden usar la piscina, que deben usar delantal para distinguirlas de los demás como "nanas", simplemente nada que ver. Ayer leía un comentario en facebook respecto al tema, y resulta que para ella todos éramos igual que estas personas. La verdad es que, gracias a Dios, no lo somos. 

De quienes me cuidaron de pequeña, las recuerdo casi todas: a Juanita, que ahora es mi modista estrella; Marilú, que se reía todo el rato; Sonia, que se fue a Santiago y a quien he buscado incansablemente en facebook, con quien dormíamos cuando teníamos miedo y que le encantaba Diango; Normita, que es quien sigue con mis padres trabajando después de más de diez años, y otras  a quienes no he nombrado pero también forman parte de mi corazón y recuerdo. Ahora que tengo mi propia familia, también he incorporado a estas personas a mi hogar, Verónica es quien maneja la casa, la queremos mucho, ella lo sabe, se lo hemos dicho.